Primero de Mayo
Viernes, 30 de Abril de 2010
Este primero de mayo, Día Internacional del Trabajo, habrá sindicatos y organizaciones que salgan a la calle. Lo harán como seguimiento a una tradición, pero también para afirmar y señalar lo que sabemos de sobra, pero que se nos hace tan cotidiano que hemos dejado de ponerle atención: las condiciones de los trabajadores en general son cada día más graves por la terrible explotación que padecen de aquellos que conocemos como los dueños de los medios de producción.
Ha habido organizaciones sindicales que han dicho que no marcharán porque “no hay nada que celebrar”. Ello es una muestra de su vergonzante vocación servil. La marcha del primero de mayo no ha sido nunca de celebración, ha sido un momento de reivindicación de los derechos de la clase trabajadora. Hoy más que nunca hay que tomar los espacios públicos para denunciar los contratos de protección, los cada vez más comunes outsourcing, los sindicatos blancos, los esquiroles y las reformas laborales que con el argumento de la necesidad de “proteger la inversión”, pretenden legalizar las anteriores y otras prácticas que violan los derechos de los trabajadores.
El día del trabajo es un día para la lucha. Aquellos que se mofan de las protestas y que hacen llamados a “trabajar el día del trabajo”, en un juego de palabras que reduce las movilizaciones a meros ejercicios para la ausencia en los centros de trabajo, son ignorantes de la historia.
Es pues urgente, más en una coyuntura como la actual, de empobrecimiento y concentración de la riqueza, tomar las calles para levantar la voz.
Ha habido organizaciones sindicales que han dicho que no marcharán porque “no hay nada que celebrar”. Ello es una muestra de su vergonzante vocación servil. La marcha del primero de mayo no ha sido nunca de celebración, ha sido un momento de reivindicación de los derechos de la clase trabajadora. Hoy más que nunca hay que tomar los espacios públicos para denunciar los contratos de protección, los cada vez más comunes outsourcing, los sindicatos blancos, los esquiroles y las reformas laborales que con el argumento de la necesidad de “proteger la inversión”, pretenden legalizar las anteriores y otras prácticas que violan los derechos de los trabajadores.
El día del trabajo es un día para la lucha. Aquellos que se mofan de las protestas y que hacen llamados a “trabajar el día del trabajo”, en un juego de palabras que reduce las movilizaciones a meros ejercicios para la ausencia en los centros de trabajo, son ignorantes de la historia.
Es pues urgente, más en una coyuntura como la actual, de empobrecimiento y concentración de la riqueza, tomar las calles para levantar la voz.
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