El imperialismo de salarios bajos y el potencial de la lucha obrera
Teresa Gutiérrez y Fred Goldstein, del Secretariado del Partido Workers World /Mundo Obrero, harán presentaciones en la Cuarta Conferencia Internacional Sobre la Obra de Carlos Marx y los Desafíos del Siglo 21 en la Habana, Cuba entre el 5 y 8 de Mayo. Aquí publicamos parte de los escritos de Goldstein sobre la clase obrera de Estados Unidos. Ambos documentos pronto serán publicados completamente en Workers.org.Este documento se está escribiendo al principio de una crisis económica capitalista. Nadie sabe a este punto cómo terminará. Pero nuestra tesis no se basa en esta crisis actual o en ningún acontecimiento específico. Es parte de una visión de conjunto de los profundos efectos que ha tenido sobre la clase obrera la reestructuración del capitalismo mundial que ha estado en marcha ya por tres décadas pero que se ha acelerado en los últimos 15 años o más.
Extremadamente importante para la clase obrera es el cambio en la división económica internacional del trabajo que ha emergido en las últimas décadas.
Por primera vez en la historia del imperialismo, los arquitectos de la economía del capital financiero mundial están lanzando a los/as trabajadores en los países ricos y privilegiados, región tras región, a competir directamente por salarios con los/as trabajadores en las áreas con salarios más bajos. Trabajadores/as de piezas de automóvil en Detroit compiten con trabajadores/as de piezas de automóvil en México. Trabajadores/as del servicio al cliente en Phoenix compiten con los/as trabajadores del servicio al cliente en las Filipinas. Las/os secretarios/as legales en Nueva York compiten con las/os secretarias/os legales en Bangalore. Las corporaciones transnacionales han creado una pugna mundial por los salarios en una carrera donde éstos van disminuyendo como en una espiral.
Además, millones de inmigrantes de América Latina, el Caribe, Asia y el Medio Oriente llegan masivamente a los EEUU huyendo de la pobreza impuesta por el imperialismo y están sujetos/as a trabajar por salarios bajos y explotación extrema con muy pocos derechos y protecciones. La inmigración es una parte integral de la globalización imperialista y juega un papel esencial en el impulso de la competición por los salarios entre los/as trabajadores.
El marxismo nos enseña que es el desarrollo de las fuerzas productivas lo que no sólo crea nuevas clases y destruye las anticuadas, sino que bajo el capitalismo, que está obligado a revolucionar constantemente los medios de producción, el carácter y las relaciones de las clases existentes experimentan transformación constantemente.
Desde los albores del capitalismo, la innovación tecnológica se ha dirigido a aumentar la productividad del trabajo, es decir, aumentando el índice de explotación de los/as trabajadores/as. La alta tecnología significa que relativamente menos trabajadores/as producen más productos en un tiempo dado a un costo más bajo para los patronos. Unido a este proceso está el refinamiento de la producción para incorporar las destrezas de los/as trabajadores/as en las máquinas y ahora articulados en los software, robots, etc. La tendencia histórica es la de reducir las destrezas del proletariado y así bajar sus salarios.
En los EEUU hay hoy millones de trabajadores/as con destrezas altamente desarrolladas las cuales ya no son necesitadas por el capital. Se han despedido a muchos/as pero hay muchos más que vienen de la nueva generación de trabajadores/as que se gradúan de universidad o de escuela secundaria con las destrezas y las especialidades que ya no son requeridas por la economía de bajos salarios. Los trabajos en el sector de servicios que han absorbido el exceso de mano de obra en los EEUU, no requieren grandes destrezas y la paga está cerca de los salarios de nivel de pobreza. Mientras que la GM era el empleador más grande de los EEUU con 600.000 puestos de trabajo seguro, bien remunerado y beneficios sindicales, Wal-Mart es ahora el patrón más grande de los EEUU con 1,2 millones de trabajadores/as sin beneficio sindical quienes trabajan por sueldos míseros.
Esta reducción de trabajos especializados está añadiendo a la competición mundial de salarios y está nivelando implacablemente el estándar de vida que va en descenso en los países imperialistas especialmente en los EEUU. Una nueva situación está amenazando, algo que los/as trabajadores/as no habían experimentado desde la Gran Depresión.
Las familias se han ajustado durante las últimas tres décadas trabajando en múltiples trabajos para suplir los ingresos perdidos. Los/as trabajadores/as han sido forzados/as a aceptar salarios más bajos y la reducción o la eliminación de beneficios; han aprendido a vivir con menos; se han sometido a duras condiciones de trabajo; se han mudado o viajado largas distancias para conseguir trabajos luego que fueran despedidos/as.
Los/as trabajadores/as han recurrido a cantidades sin precedentes de crédito y de préstamos para poder sobrevivir. La deuda personal de los/as trabajadores/as se ha utilizado para diferir crisis personales, diaria, semanal y mensualmente en millones de casos individuales. Ahora se ha transformado en una crisis de la clase en su totalidad y es parte de la crisis económica general del sistema.
En estos momentos millones de familias le hacen frente a la posibilidad de perder sus hogares. En los veinte años entre 1984 y 2004 más de 30 millones de trabajadores/as perdieron sus puestos de trabajo permanente en los EEUU. Solamente dos tercios pudieron encontrar nuevos trabajos y dos tercios de ellos/as trabajaron por menos dinero, con menos o ningún beneficio. La inseguridad está creciendo.
Mientras tanto, EEUU tiene la población más grande en prisión en todo el mundo, desproporcionadamente negros/as y latinos/as, y cada año está creciendo. La represión, la brutalidad policíaca y el racismo se utilizan para reforzar la creciente desigualdad social que mantiene los salarios y las condiciones de vida de los/as africanos/as americanos/as, latinas y latinos, asiáticos/as e indígenas, atascada en el fondo de la estructura económica capitalista.
Las consecuencias sociológicas de la economía de alta tecnología y bajos salarios fueron precisadas por Sam Marcy en 1985 en su libro “High Tech, Low Pay” (Alta Tecnología, Salarios Bajos”):
“Es este cambio altamente significativo de mejor pagado/a a peor pagado/a que está cambiando dramáticamente la composición social de la clase obrera, aumentando grandemente la importancia de la susodicha composición étnica de la clase obrera, es decir, el número de negros/as, latinos/as, de asiáticos/as, mujeres y otros grupos oprimidos, particularmente millones de trabajadores/as indocumentados/as.”
Este acontecimiento traerá a los/as oprimidos/as al liderazgo de la lucha de clases y le investirá la energía y la militancia que fluye de combinar las luchas contra la opresión nacional y la explotación de clase.
Hay importantes conclusiones políticas revolucionarias que se pueden extraer de estos acontecimientos. Hay un gran aumento de la clase obrera internacional sobreexplotada en los países oprimidos. Este proletariado que crece rápidamente está siendo organizando por la penetración y el crecimiento del capitalismo lo cual sienta las bases para las futuras luchas de clases. En el período anterior del imperialismo la exportación de capital sostenía la estabilidad de clase en los países imperialistas a expensas de los países oprimidos. En la fase actual, la exportación del capital está siendo utilizada por el capital monopolista para minar la posición económica de todos los sectores de la clase obrera en los países imperialistas. Esto está destruyendo la base material de la colaboración de clase entre el capital y los altos sectores del movimiento sindical y la paz entre las clases.
Estas presiones conducirán a una ruptura de la estabilidad actual y a un renacimiento de la lucha entre los/as trabajadores/as y personas oprimidas en los Estados Unidos que quebrantará la superficie de ideología reaccionaria y normas capitalistas y conducirá a luchas que no se han visto en los últimos 75 años. La opresión nacional intensificada, incluyendo la de los pueblos indígenas, y la opresión por sexo y género, están todas teniendo lugar dentro del marco de la creciente explotación de clase. Esto hará despertar la resistencia.
Hemos hecho este análisis no para quedarnos sentados/as y esperar a que llegue la revolución, sino para utilizar el marxismo como suponía ser utilizado, como una guía para un futuro revolucionario. Nuestro Partido está luchando con nuestros limitados recursos para estimular la lucha y para acercarnos a las masas en las primeras fases de la crisis que se avecina.
Estamos luchando por la solidaridad internacional de clase con los/as trabajadores/as desde la India a México que necesitan también de trabajos con buenos salarios. En la era de globalización, ésta es la respuesta a la competición mundial. Estamos luchando en defensa de los/as trabajadores/as inmigrantes, contra el racismo, la opresión nacional, contra la opresión sexual y de género como el único camino para conseguir la unidad de nuestra clase. Sobre esta base intentamos unirnos a todas las fuerzas antiimperialistas y comunistas en la batalla actual contra el capitalismo y en la fase próxima de la lucha para el socialismo mundial.
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